Eli Sharabi: El Rehén Liberado de Hamás que Encontró la fe en el Cautiverio

Eli Sharabi nunca imaginó que una oración cambiaría su vida. 

No era religioso, ni siquiera conocía bien el "Shemá Israel", pero cuando fue arrancado de su hogar y arrojado al oscuro abismo del cautiverio bajo tierra, algo dentro de él se encendió. Fue entonces, en medio del horror absoluto, cuando descubrió un poder inesperado: la fe.



Durante más de un año y cuatro meses, Sharabi estuvo en manos de Hamas, sobreviviendo en condiciones inimaginables en los túneles subterráneos de Gaza. 

Su historia, compartida recientemente en una emotiva entrevista con Ilana Dayan en el programa "Uvda", es mucho más que un testimonio de resistencia física; es un viaje hacia lo más profundo del alma humana.

"No soy un hombre religioso", confesó Sharabi con voz entrecortada por la emoción, "pero desde el momento en que me secuestraron, todas las mañanas recitaba el 'Shemá Israel'. 

Algo que nunca había hecho antes". A pesar de estar rodeado de oscuridad, literal y figurativamente, sintió que alguien lo vigilaba, como si una fuerza superior lo acompañara en cada segundo de su agonía.

 "El poder de la fe es una locura", dijo, dejando entrever cómo esta conexión espiritual se convirtió en su refugio.

Pero su cautiverio no solo estuvo marcado por la introspección y la búsqueda de esperanza. Sharabi también enfrentó escenas desgarradoras que aún hoy lo persiguen. 

Recordó haber visto al rehén Ohad Yahalomi mientras ambos estaban prisioneros en los túneles. Yahalomi, quien finalmente fue asesinado, estaba visiblemente débil y en malas condiciones. 

Su cuerpo fue recuperado por Israel hace poco, trayendo consigo una mezcla de dolor y cierre para quienes aguardaban noticias.

La crueldad psicológica de Hamas alcanzó su punto máximo durante su liberación. 

Sus captores le mintieron, asegurándole que pronto se reuniría con su esposa y sus hijas en Israel. 

Sin embargo, la realidad era devastadora: Lian, su esposa, junto con sus pequeñas Yaheli y Noya, habían sido brutalmente asesinadas el 7 de octubre, el mismo día que comenzó su pesadilla. 

Fue el ejército israelí quien, con suma delicadeza, le comunicó la noticia tras su rescate.

A pesar de perderlo todo —su familia, su hogar, su libertad—, Sharabi encontró una fuerza inexplicable que lo mantuvo con vida durante casi 500 días en cautiverio. 

Secuestrado en el kibutz Beeri, cerca de su hermano Yossi, quien también perdió la vida ese fatídico día, su historia es un recordatorio crudo del costo humano del conflicto, pero también de la capacidad del ser humano para resistir incluso en las circunstancias más extremas.

Hoy, aunque cargado de cicatrices invisibles, Eli Sharabi emerge como un símbolo de supervivencia y fe. Su relato no solo pone rostro al sufrimiento de los rehenes, sino que también ilumina cómo, incluso en los momentos más oscuros, puede surgir una chispa de luz.

Fuente: Israel News
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