El rabino viajero: Las crónicas de viajes de Rav Ovadia de Bartenura

Rav Ovadia de Bartenura, autor del conocido comentario sobre la Mishná del siglo XV, fue un viajero aventurero que emprendió un viaje épico desde Italia hasta Jerusalem.


Hoy, el nombre "Bartenura" nos hace pensar en un vino dulce y espumoso en una icónica botella azul. Pero desde el siglo XV, el nombre ha tenido un significado especial para los judíos de todo el mundo.

 Rav Ovadia de Bartenura escribió el conocido comentario sobre la Mishná, la base de la ley judía, y rápidamente su nombre cobró fama.

Pero pocos saben que este erudito legal también era un viajero aventurero que registró sus viajes en lo que son las mejores crónicas de viajes judíos. 

El épico viaje de Bartenura desde Italia hasta Jerusalem nos enseña importantes lecciones respecto a cómo navegar nuestras propias travesías en la vida.

Cada paso es un destino

El viaje de Bartenura cruzando el Mediterráneo le llevó más de dos años, principalmente debido a la dificultad para encontrar transporte. Pero también hubo otras dificultades. 

En la ciudad de Palermo, en la costa noroeste de Sicilia, la comunidad judía se enamoró tanto de sus sermones y de su personalidad que confundieron sus rutas de navegación y lo obligaron a retrasar su partida.

En vez de enfadarse, Bartenura aprovechó la oportunidad para explorar la singular comunidad judía de Sicilia, que al parecer tenía más de mil años de antigüedad. 

Bartenura describió su sinagoga palaciega y sus inusuales costumbres, pero se enfocó especialmente en las personas. 

Al darse cuenta que había muchos que habían comenzado a decaer en su devoción religiosa, habló durante tres horas cada Shabat e inspiró un renacimiento espiritual. 

Nada mal para ser sólo una escala en un viaje.

K. Chesterton escribió que "el viajero ve lo que ve, el turista ve lo que ha venido a ver". La mentalidad viajera, la apertura a cada paso del viaje, le permitió a Bartenura aprovechar al máximo el tiempo que estuvo en Palermo. 
 
Al mismo tiempo, reconoció cuando llegó el momento de seguir adelante. "Nunca querría en toda mi vida vivir entre gente que me amara, me honrara y me exaltara como los judíos de Palermo", escribió.

Asimilarlo todo

Bartenura mantuvo un entusiasmo juvenil a lo largo de sus viajes, lo cual es extraordinario si consideramos las dificultades que enfrentó. Aunque casi se ahoga en el mar y constantemente era acosado por funcionarios corruptos, sus escritos registran todo el deleite y la maravilla de la primera visita de un niño al zoológico:

"En el Nilo, vi un cocodrilo, una criatura más grande que un oso, con protuberancias como forúnculos en la piel. La gente del barco me dijo que algunos cocodrilos son más del doble del tamaño del que vimos".

Más tarde, tras llegar finalmente a Jerusalem, a Bartenura le llamó la atención "un árbol cuyas hojas son más grandes que una persona. 

Sólo da frutos una vez por temporada y luego se marchita. Entonces crece de sus raíces un nuevo árbol que da frutos al año siguiente". 

Parece que nunca antes había visto un árbol de bananas.

Bartenura también disfrutaba de las singulares culturas y personalidades que encontraba.

 Él recuerda con afecto a su anfitrión en Alejandría, un Rabino que lo invitó a una típica comida de Shabat de Alejandría que incluía "por lo menos seis o siete copas" de vino. 

Bartenura partió de la comida bastante achispado.

No siempre tenemos la oportunidad de ver la parte más juguetona de los grandes Rabinos y pensadores judíos, pero la crónica de viajes de Bartenura es un recordatorio de que la grandeza espiritual a menudo va acompañada por un sano sentido de curiosidad y apertura. 

Da la sensación de que Bartenura incluso hubiera disfrutado una copa del vino homónimo.

Un paso adelante

Cuando Bartenura llegó a Jerusalem, encontró una comunidad en ruinas. Años de liderazgo corrupto habían despojado a los judíos locales de su prosperidad y carecían incluso de las necesidades básicas. 

Ni siquiera funcionaban los servicios públicos. Poco después de haber llegado, Bartenura asumió un rol activo en el entierro de los muertos de la comunidad. Simplemente no había nadie más que hiciera ese trabajo.

Tras años de viajes y el anhelo constante de establecerse en la Tierra Santa, Bartenura tenía motivos de sobra para desear un descanso. ¿Quién hubiese protestado si el famoso Rabino pedía un poco de tiempo para sí mismo? Pero no lo hizo. De hecho, no perdió tiempo y de inmediato comenzó a dedicarse a los demás.

Los Sabios judíos enseñan que en un lugar donde no hay líderes, uno debe intentar llenar el vacío. Bartenura comprendió de inmediato que un comunicador astuto y digno de confianza podía tener un gran impacto en ese lugar. 

En pocos años, tanto los funcionarios judíos como los gentiles respetaron a Bartenura y la comunidad comenzó a florecer.

El emperador francés Napoleón Bonaparte observó que "un líder es un traficante de esperanza". Más que instrucciones, más que confianza, un líder ofrece a sus seguidores la visión de una posibilidad. 

Al leer sus escritos, parece que Bartenura cultivó esa visión a lo largo de su viaje. 

Él no salió de Italia con el plan de llegar a ser un líder en Jerusalem, pero en sus viajes, en su entusiasmo, en su abierto optimismo, Rav Ovadia de Bartenura se convirtió en un traficante de esperanza y en una inspiración para todas las travesías de la vida.

FUENTE: AISHLATINO

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